La isla de la Cité se ubica en el centro de la ciudad de París, siendo la isla más grande e importante de las dos que rodea el río Sena a su paso por la ciudad de la luz. El origen de la propia París como ciudad reside en la Cité, ya que esta isla fue el primer lugar habitado por comunidades humanas, en concreto por el pueblo celta de los Parisii, de los cuales derivaría el actual nombre de la ciudad: París. Tras la derrota de los Parisii a manos de las legiones romanas de Julio César, la Cité continuó siendo el núcleo central de la nueva ciudad perteneciente al Imperio Romano, ahora denominada Lutecia.

La cité como sede del Palacio Real.

En el centro de la isla, en el conjunto arquitectónico donde se encuentra hoy el Palacio de Justicia del Estado francés, se situaba el primer Palacio Real que tuvo la monarquía francesa en la ciudad de París. Cierto es que en aquella etapa histórica la Corte era itinerante, pero esto no impidió que los reyes de las dos primeras dinastías de Francia, Merovingios y Carolingios, tuvieran un monumental palacio en la Cité, a orillas del Sena. En el interior de ese conjunto palaciego, esa misma época nos ha legado uno de los edificios más remarcables de toda la ciudad de París: la Santa Capilla. Auténtica joya arquitectónica del gótico francés, es remarcable cómo los muros de la antigua capilla real se anulan y casi desaparecen por completo para dar paso a un espectáculo de luz e imagen a tavés de las imponentes vidrieras que ocupan la mayor parte de la construcción. Igualmente, sobre una de las fachadas de ese antiguo Palacio, podemos encontrar un impresionante reloj. Se trata del primer reloj con un mecanismo de manecillas que hubo en la ciudad de París, que pasaba a sustituir a los antiguos relojes solares. Por último, ese enorme complejo se convirtió, durante la Revolución francesa, en una de las cárceles más importantes de la etapa revolucionaria. En su interior fue encerrada, durante los últimos meses de su vida, la reina de Francia, María Antonieta de Austria, posteriormente guillotinada.

La reina de la isla de la Cité: Notre-Dame.

La catedral de Notre-Dame de París y la plaza del parvis, bajo su fachada principal, componen el principal atractivo del visitante a la isla de la Cité, uno de los más reclamados de toda la ciudad. Notre-Dame, símbolo del estilo gótico francés con sus impactantes torres, esculturas, vidrieras y gárgolas, nos retrotrae al inmenso poder de la Iglesia y del dios-todopoderoso de los hombres medievales. Del mismo modo, nos acerca a momentos irrepetibles en la historia, como la Coronación de Napoleón Bonaparte en el interior de la catedral, o destellos de un rechazado Quasimodo, aquel jorobado que la pluma de Víctor Hugo hacía tocar las campanas.

Lugares desconocidos de la Cité.

Además, la Isla de la Cité alberga lugares recónditos y desconocidos, aunque igualmente emblemáticos, como el mercado más antiguo de la ciudad, el Marché des fleurs, o el bonito jardín que sobresale en la punta de la isla, llamado del Vert-Galant, lugar en el que se quemó vivo al último gran maestre de la Orden del Temple: Jacques de Molay. En definitiva, la visita y el recorrido de la Isla de la Cité se antoja esencial para la compresión no sólo de la historia de la ciudad de París, sino para entender una parte relevante de lo que es y ha sido Francia como país. No hay mejor forma de conocer esta hermosa isla, junto con el resto del casco histórico, que en nuestro free tour París, disponible todos los días en 3 horarios diferentes (10h30, 11h30, 16h00). ¡Resérvalo ya!

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