La Pastelería Ruszwurm es la pastelería más antigua de la ciudad de Budapest. Su nombre proviene del apellido de una de las familias reposteras más famosas en Hungría, quien abrió su primera confitería en 1827. Con una amplia variedad de dulces y una decoración que nos hace viajar a mediados del siglo XIX, la Confitería Ruszwurm es ideal para hacer una breve parada mientras se hace el castillo de buda.

Durante sus primeros años de vida, sus pasteles ganaron reputación en todo el Imperio Austro-Húngaro, recibiendo cientos de pedidos desde Viena. Entre sus principales clientes se encontraban gobernantes, archiduques y barones, quienes se acercaban a la pastelería para comprar dulces, empaquetados en pequeñas cajas decoradas con la foto de la familia real, la Iglesia de Matías o el Castillo de Buda. La mayoría de los pedidos se producían en Navidad, Nochevieja y durante el Farsang (el Carnaval húngaro). Asimismo, durante las celebraciones familiares también era tradición encargar pasteles o tartas y, si se solicitaba, la confitería Ruszwurm incluso prestaba platos, vasos y cubertería durante esos días.

La Confitería Ruszwurm conoció todo lo que sufrió el pueblo húngaro.

La Pastelería Ruszwurm no fue ajena a los horrores que Hungría tuvo que padecer en los dos últimos siglos. De esta manera, el edificio en el que se encuentra sufrió grandes desperfectos durante los asedios de Buda en 1849 y en 1944, viéndose obligada a interrumpir su actividad temporalmente. Pese a ello, el equipamiento interno y, sobre todo, su decoración tradicional sobrevivió milagrosamente.

Tras la Segunda Guerra Mundial, ya con el régimen comunista instaurado en Hungría, la pastelería Ruszwurm fue nacionalizada y se cerró en 1960 durante un período de dos años. En este tiempo, su antiguo gerente (Ferenc Tóth) fue acusado de convertir la confitería en punto de encuentro para numerosos aristócratas críticos con el gobierno.

En 1999 el Estado húngaro reconoció la importante relevancia que tuvo la pastelería Ruszwurm en la historia de la nación, otorgándole una distinción “en reconocimiento al desarrollo de las mejores tradiciones de la industria húngara de la confitería y de sus exitosas actividades empresariales en el ámbito privado».

Actualmente, la Confitería Ruszwurm es uno de los puntos de referencia para cualquier viajero que visita Budapest, si bien es muy complicado encontrar una mesa libre en su pequeña cafetería, especialmente los fines de semana. Pero sin duda merece la pena visitarla para probar la deliciosa tarta Dobos.

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