La cervecería Hofbräuhaus es posiblemente la cervecería más famosa del mundo. Las cifras que ofrece este templo de la cerveza son asombrosas, pues es visitada por millones de personas al año, llegando a vender una media de 10.000 litros de cerveza diaria.
Esta cervecería resulta muy interesante desde un punto de vista histórico, ya que Hofbräuhaus, proyecta a la perfección una imagen de la evolución sociopolítica de Baviera a lo largo de los últimos cinco siglos.
Los orígenes de este tan preciado lugar
Hofbräuhaus fue fundada en el s. XVI por su majestad Guillermo V, duque de Baviera. El monarca, hombre pudiente donde los hubiera, amante de la cerveza y de la fiesta, cumplió el sueño de muchos: abrir su propio garito, hecho que aconteció en el año 1589. Este real lugar funcionó durante siglos más como un “club inglés” que, como una taberna normal. Una de ellas aludía a quien podía y quien no entrar a tan noble establecimiento, pues tan sólo podían acceder a él el rey, la corte, y sus nobles. De este modo, Hofbräuhaus, se convirtió en uno de los locales más exclusivos de Europa y epicentro de la política bávara.
La cervecería permaneció inmutable durante siglos, hasta que, en el siglo XIX, Europa, y por ende Baviera, empezó a “democratizarse” por la pujanza económica de empresarios plebeyos.
Por este motivo, en 1828, el rey Luis I de Baviera, dictó que todos los mortales, a partir de la fecha, podrían acceder a este establecimiento. Esto facilitó que se perpetuase como local de ocio en Múnich. Una nueva clase dominante, la de los empresarios, se unió a los antiguos clientes para “arreglar” el mundo en torno a una cerveza.
Hofbräuhaus y Múnich unidas por la historia.
Otro hito importante en la historia de la cervecería Hofbräuhaus fue su traslado. Entre 1896 y 1897, abandonó su emplazamiento original para instalarse en su dirección actual. Con la llegada del s. XX, Europa despertó hacia una “nueva modernidad” gracias al nacimiento del cine, del telégrafo, de la industria aeronáutica y automovilística, de las nuevas políticas, y del encumbramiento social de músicos, escritores y pintores. Fruto de estos cambios sociales, la opinión de la calle penetró entre sus paredes, y con ello de sus tertulias se politizaron aún más.
Tras la Primera Guerra Mundial, se convirtió en uno de los lugares favoritos de encuentro para muchos integrantes del joven Partido Nacionalsocialista. Esta cervecería fue el lugar elegido por Hitler para dar su primer discurso ya como jefe del partido nazi en 1921.
La cervecería Hofbräuhaus y sus socios.
A fecha de hoy, este viejo establecimiento, dispensa cervezas a millones de lugareños y turistas, entre los cabe destacar a sus 616 socios.
Identificar a sus miembros resulta sencillo, pues suelen disfrutar de sus bebidas de una manera muy tradicional: ataviados con trajes folclóricos y empuñando sus propias jarras de cerámica. Los socios están obligados a visitar regularmente la cervecería, beber en su propia jarra, limpiarla en un lavabo de uso exclusivo para ellos, y dejarla en su casillero correspondiente. Este privilegio cuesta la simbólica cuota de 3€ anuales. En el caso de que a un socio se le pasara abonar dicha cuantía, pediría automáticamente todos sus derechos, y su posible readmisión sería casi imposible.
Pero, ¿qué hay que hacer para poder formar parte de tan selecto grupo? Cada interesado debe pertenecer a una “Stammtisch” o “hermandad”, avisar de sus intenciones a los camareros, y visitar regularmente la cervecería muniquesa. El candidato a socio debe de armarse de paciencia, pues la lista de espera suele ser de unas 3500 personas. Un candidato entra cuando un socio sale.
La entrañable historia de Ludwig Aidelsburger: socio 124 y primus inter pares.
Una de las historias más entrañables que guarda la cervecería Hofbräuhaus es la de su socio número 124: Ludwig Aidelsburger.
Ludwig Aidelsburger, fue un electricista muniqués, que después de la Segunda Guerra Mundial, en 1949, entró a formar parte del grupo de socios. Todos los viernes, y durante 60 años, disfrutó sus privilegios en Hofbräuhaus: asiento, camaradería, buena cerveza y mejor comida, cuarto de baño exclusivo y el casillero de su jarra. Ludwig falleció en la primavera de 2012 a la edad de 92 años. Tras su muerte, tanto el establecimiento como el resto de los socios, acordaron no reemplazar el hueco que dejó. El casillero número 124 no ha sido transferido a ningún nuevo socio. Su jarra de cerveza permanece en su casillero, y los empleados la sacan para limpiarla cuatro veces al año, para que de este modo siga brillando junto a la de sus compañeros.
Pasar por esta real cervecería y beber una jarra de cerveza en su interior, es una actividad obligada para quienes vienen a Munich y desean sentir del auténtico ambiente bávaro.
En la cervecería Hofbräuhaus disfrutaras del Oktoberfest los 365 días del año. Y ello es posible con nuestros tours por Múnich.
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