En 1617 comienza la construcción de la icónica Plaza Mayor de Madrid, de la que sólo existía en aquel entonces la llamada Casa de la Panadería, sede actual de la Oficina de Turismo de la capital española y posiblemente, el edificio más notable de cuantos configuran este céntrico espacio del urbanismo madrileño. El arquitecto Juan Gómez de Mora proyecta de forma opuesta a esta Casa de la Panadería, la conocida como Casa de la Carnicería, conformando una gran plaza rectangular de 120 x 94 metros, un centro neurálgico de primer nivel del que acometían un total de 9 calles.
No debemos olvidar no obstante, que durante siglos, el lugar no presumió de una gran habitabilidad, ya que se trataba de una fangosa laguna que hubo de ser desecada cuando se acometen las primeras obras de urbanización de este espacio, el cual fue centro y símbolo de la ciudad barroca, un espacio abierto y adecuado para la representación y el espectáculo, escenario además de todo tipo de celebraciones y festejos: justas poéticas, entradas triunfales, autos de la Inquisición, toros, ajusticiamientos, canonizaciones y celebraciones diversas auspiciadas por organismos como la Corona o el Concejo, a las que asistía naturalmente toda la sociedad madrileña.
Se produce una gran reforma en la plaza Mayor.
Ya en el año 1790 y tras tres incendios que asolan gran parte del lugar, se inició una reforma total de la plaza, obra de Juan de Villanueva, el cual cierra totalmente el recinto, dotándole de sus actuales arcos de piedra y rebajando además de 6 a 4 plantas la altura de todos los edificios, con el fin de unificar su altura con la de la Casa de la Panadería. Como nota curiosa de esta gran intervención, destacar que se prohíbe desde entonces el uso de la madera en toda la Plaza Mayor, con el fin de prevenir cualquier posible nuevo incendio.
Durante el reinado de Isabel II (siglo XIX), la plaza deja de ser un lugar de espectáculos para transformarse en un jardín de clara influencia francesa, en el que se ubicó la famosa estatua de Felipe III, anteriormente situada en la residencia real de la Casa de Campo. Ya en 1967, el jardín dejó paso a un aparcamiento subterráneo, sobre el que quedó emplazada la magnífica estatua del monarca, dejando a la Plaza Mayor con la imagen de sobriedad y monumentalidad que nos acompaña hasta hoy en día, la cual choca, por ejemplo, con la imagen de calidez y acogida que transmite su homóloga en Salamanca.
En nuestro Free tour Madrid damos muchos más destalles de esta importante plaza, icono y foco turístico de la capital de España y que permite guardar una magnífica estampa de ella.